No obstante, esta regulación chocaba con la normativa europea e internacional, y especialmente con la Directiva 2000/78/CE del Consejo (de 27 de noviembre de 2000, relativa al establecimiento de un marco general para la igualdad de trato en el empleo y la ocupación), la cual aboga por la no discriminación por motivos de discapacidad e impone a la empresa la obligación de realizar "ajustes razonables" para garantizar la igualdad de trato y la inclusión laboral de las personas con discapacidad.